En un luminoso local de la ciudad de Treviso con encanto industrial, entre paredes blancas, mobiliario esencial y grandes ventanales abiertos a la vegetación, cobra vida un ambiente contemporáneo donde arquitectura y naturaleza dialogan en armonía. El jardín exterior penetra visualmente en el interior, amplificando la sensación de calma y apertura. Un lugar que realza la belleza de la luz natural y el equilibrio entre el rigor formal y lo acogedor, convirtiéndose en el marco ideal para un mobiliario de carácter poético y versátil.





Entre luz natural y geometrías esenciales, el sistema modular Kamari Island de Paolo Grasselli se impone como protagonista del espacio vital: sus asientos libres y flexibles se combinan en configuraciones siempre nuevas, dando vida a un paisaje doméstico en constante movimiento. A su alrededor, las mesas de centro Otto de Matteo Ragni se asientan con naturalidad, elementos discretos pero funcionales, listos para acoger objetos y gestos cotidianos con sobriedad y estilo. Para completar la escena, Lucille da profundidad a la estancia: su forma compacta y su alma de salón dialogan con la luz que se filtra por las ventanas, creando un espacio acogedor pero abierto, íntimo y al mismo tiempo compartible. En este proyecto, diseño y confort conviven en un delicado equilibrio de emoción y funcionalidad.
Juntos, Kamari, Otto y Lucille crean un lenguaje de diseño coherente, en el que cada pieza dialoga con las demás en un equilibrio perfecto de comodidad, estilo e identidad.





